martes, 29 de julio de 2008




Nací en una casa inmensa de patios grandes y piezas viejas y altas. Hacía frío y a veces hasta llovía adentro. Pero mi familia era muy numerosa y dicharachera, con lo cual puede decirse que fuimos felices. De esto también me queda la sensación de que el confort, a veces, te debilita. Nadie de nosotros se solía enfermar demasiado a pesar de que, para bañarnos en pleno invierno, teníamos que ponerle alcohol de quemar a la cabeza de hierro de la ducha. Un dispositivo sencillo y peligroso que ya no se usa más. El alcohol lo íbamos a comprar con mi tía Teresa en un negocio que quedaba frente a la facultad de filosofía en la calle Independencia. Era una época poderosa y los estudiantes solían estar en la calle, manifestándose para cambiar el mundo. Mi tía me decía: "ahí están los locos de la facultad sacando los bancos a la calle". Creo que en ese momento decidí que, cuando creciera, iba a estudiar filosofía.

FABIAN CASAS
(fragmento de la sección "Desde este mundo")

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