martes, 25 de noviembre de 2008

La Maravillosa Vida Breve de Oscar Wao




Los primeros europeos que arribaron a las Antillas no solo bajaron de sus galeones la viruela, la sífilis y las cruces del catolicismo, sino que además exportaron el Fukú americanus, mejor conocido como el Fukú o la "Maldición y Condena del Nuevo Mundo". El Fukú, como las dictaduras, hizo metástasis a lo largo y a lo ancho del continente americano. Y fue en República Dominicana, donde el Fukú encontró a uno de sus mayores representantes: Rafael Leonidas Trujillo Molina. Se dice en la calurosa Santo Domingo, que la Maldición y el dictador mantuvieron una estrecha relación, a punto tal que si algún valiente se animaba a insultarlo (sea en público o en privado) o a atacarlo con fines homicidas, el Fukú se encargaba de hacerlo desaparecer por arte de la violencia en los cañaverales de la periferia de la ciudad. En República Dominicana todos tienen una historia sobre el Fukú o sobre Trujillo o sobre ambas cosas. El inmigrante Junot Díaz también tiene la suya. Tardo once años en escribirla. Y a cualquier lector ávido de nuevas voces latinoamericanas y caribeñas, le sobrarían cinco noches para devorarla.
La obra ganadora del Pulitzer 2008 no es una novela sobre Trujillo, como La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, sino que se basa en una historia anónima que, a pesar de haber pasado varios años de la caída de la dictadura, sufre la maldición que el tirano supo sembrar. La vida anónima, maravillosa y breve es la de Óscar Wao; un joven dominicano que vive con su madre y su hermana en un gueto de inmigrantes en Nueva Jersey. El deseo que lo moviliza es conseguir el amor de alguna chica. La que sea. Empero, su calvario empieza en donde termina su cuerpo: Óscar está lejos de ser el hombre que buscan las europeas cuando van a Centroamérica a hacer turismo sexual; él es un nerd obeso y desastroso que sólo es bueno para la ciencia ficción. Y cuyo sueño, es pasar a la posteridad como el Tolkien dominicano. Óscar es una mezcla de Ignatius Reilly y del Quijote, que debe padecer vivir en una comunidad en donde sus gustos y placeres y lenguaje son tan extravagantes que lo condenan al aislamiento.
Con una prosa veloz, llena de hipérboles humorísticas y de notas al pie que sirven para ubicar al lector en la Historia dominicana, Junot Díaz se las arregla para repartir en ocho capítulos -que no mantienen un orden cronológico- y una carta final, la historia de tres generaciones de la familia Cabral. A lo largo de las trescientas páginas desfilan los abuelos de Óscar, su hermosa madre y su exuberante hermana. Todos ellos fueron victimas de golpizas, encarcelaciones, muertes y penosos desamores como consecuencia de la maldición del Fukú. Y Óscar, como si hubiese recibido una herencia genética, continúa con la tradición. Es en su viaje épico desde Nueva Jersey hacía Santo Domingo, que realiza en búsqueda de amor y, sobretodo, para poner fin a su maldición personal (la virginidad) en donde el Fukú y la rabia del trujillato (en este rincón del mundo, muerto el perro la rabia continua) lo estará esperando.
Al principio de la novela, el narrador nos aclara que el Fukú tiene su contrapoder. Es una palabra: Zafa. Y solo basta con nombrarla y cruzar los dedos para contrarrestar los efectos negativos de la maldición. En el pasado cercano las dictaduras fueron el Fukú que padeció Latinoamérica y el Caribe. En la actualidad los ecos de esa maldición perduran en el giro Neoliberal del capitalismo, en la dilución del tejido social y en las migraciones forzosas. Una de las paradojas de este mundo globalizado es que los bienes y servicios pueden atravesar las fronteras que las personas tienen vedadas. Pese a ello, miles y miles de seres humanos, todos los días y todas las noches le encomiendan su destino a camellos y al azar para llegar a la tierra prometida. Los inmigrantes dominicanos en Nueva Jersey formaron una comunidad llamada Dominican-Yorks. Junot Díaz, como su compatriota Juan Dicent, la camina, la respira y la observa. Ambos escritores obtienen la materia prima de su literatura del “cruce de ciencia ficción que hay entre el primero y el tercer mundo” En La maravillosa vida breve de Óscar Wao, Junot Díaz se encarga de recoger el lenguaje bilingüe que crece en el gueto de inmigrantes como una planta silvestre. Y leerla, a comienzos del S.XXI, es como cruzar los dedos y gritar Zafa.
Por Damián Huergo

1 comentario:

Anónimo dijo...

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